María López Barreña, egresada del Máster en Química Supramolecular escribe sobre su experiencia en el Máster y en sus prácticas externas.

Tras graduarme, comencé mis estudios en el Máster en Química Supramolecular, ofertado por primera vez en la Universidad de Salamanca. Elegí este máster porque su elevada optatividad me permitía estudiar las distintas ramas de la química, y además agrupaba tanto la ciencia de los materiales como la química clínica, especialidades por las que siempre he tenido predilección.

El tema central de la química supramolecular es el estudio de moléculas anfitrión y huésped, la forma en que se asocian y las interacciones, no covalentes, que intervienen en el proceso, de manera que es aplicable a todo tipo de investigación científica.  En mi caso concreto, quise conocer qué papel jugaba en el campo de los biosensores POCT (Point Of CareTesting) para la detección y seguimiento de diversas enfermedades, de manera que tomé rumbo hacia la empresa Healthsens, S.L (Oviedo) para realizar allí mis prácticas externas.

Healthsens, S.L es una empresa de investigación médica cuya actividad está dirigida hacia el desarrollo, producción y comercialización de sistemas de detección de biomarcadores para patologías que son cada vez más predominantes en la población.

Durante mi estancia, la línea de investigación principal ha estado dirigida hacia el desarrollo de un biosensor enzimático con detección electroquímica para la determinación y cuantificación de creatinina en sangre, biomarcador asociado a la enfermedad de fallo renal. Otra de las líneas de investigación que se está desarrollando es la del diseño de otro biosensor, en este caso inmunológico con detección electroquímica, para la determinación y cuantificación del biomarcador PSA (ProstateSpecificAntigen) asociado a cáncer de próstata.

En ambos casos se utilizan como transductores electrodos serigrafiados de carbono y mediante enlaces no covalentes entre las múltiples especies utilizadas es posible crear fases sensoras que permitan la detección de dichos biomarcadores.

El periodo de prácticas ha supuesto para mí una experiencia muy enriquecedora para mi formación tanto académica como personal, en tanto que me ha permitido formar parte de la maravillosa realidad que constituye el campo de la investigación biomédica, ofreciéndome una primera aproximación a la realidad que espera tras los muros de la universidad, algo cuyo valor actual es prácticamente incalculable y que, en mi opinión, todo estudiante de ciencias debería vivir en algún momento conforme avanza en sus estudios.

Durante este periodo he podido ser consciente de las complejidades que supone el día a día del investigador biomédico, desarrollando mi capacidad para trabajar en equipo, algo que, en los tiempos que corren es fundamental; pero también mi capacidad para trabajar de forma autodidacta. Al mismo tiempo, he podido aprender cómo la organización y la gestión de las tareas son elementos, cuya relevancia a veces obviamos, que determinan el éxito o el fracaso de los proyectos que se llevan a cabo. He perdido el miedo a cometer errores, a no obtener los resultados esperados, he desarrollado mi capacidad para lidiar con esa insatisfacción, y he comprendido que, hasta cuando no se consigue lo que se quiere, el proceso de investigación merece la pena.

Más allá del crecimiento personal, las prácticas han contribuido a mejorar exponencialmente mis conocimientos y competencias académicas, enriqueciendo mi formación y permitiéndome adquirir nuevas habilidades, así como a esclarecer mi orientación acerca de mi futuro laboral.